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UN mensaje facilitado por el compañero Oscar

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Cuando llegamos a este mundo físico, somos esperados y recibimos los cuidados de personas bondadosas a quienes les enseñaron a creer en la ilusión del “falso yo”, el “carácter” o la “personalidad”, (“EGO”). Estas personas creían no estar definidas por su esencia espiritual, sino por su individualidad especial y única, por sus posesiones materiales y por sus logros, se ven a así mismos con carencias, separados entre sí, también separados y ajenos a la Fuente, origen verdadero de su ser.
No utilizo la palabra EGO para describir a personas excesivamente vanidosas que se regodean en delirios nauseabundos de grandeza, lo que en realidad es simplemente un enorme miedo a no poder ser lo que el EGO indica que se debe ser, y a no valer. Mas al contrario, utilizo esta palabra como un término importante para definir la identificación con el “falso yo”.
El EGO es solo una idea que adquirimos de nuestro entorno limitado, el cual está repleto de personas dominadas por el EGO.
Desde muy temprano, el EGO nos obliga a creer que estamos separados de los demás, lo que contradice al ESPIRITU, el cual nos recuerda que todos compartimos la misma fuerza vital.
El EGO sufre de esa vergüenza toxica que daña el alma, de sentimientos de culpa, soledad, rechazo, miedos y sobre todo creencias de imperfección e inadecuación, es por eso que necesita llenarse de posesiones externas para sentir que es valioso. Entonces nos pasamos la vida entera buscando algo externo para sentir que si valemos: una casa grande y hermosa, coches último modelo, logros financieros, títulos, pertenecía a algún grupo de cierta clase social y así el EGO puede sentirse realmente importante.
El EGO nos sermonea constantemente para que nos comparemos, compitamos, también nos dice que somos menos y que hemos fracasado cuando otras personas nos superan y tienen más cosas que nosotros. Pero ante todo al EGO le asusta que vivamos en ESPIRITU, pues ya no necesitaríamos de él, ya no creeríamos en nuestro “falso yo” y nos liberaríamos de la necesidad de identificaríamos con él para sentirnos importantes, valiosos y aceptados. Nos reconoceríamos en nuestra esencia verdadera sabiendo que simplemente somos maravillosos por haber sido creados a la imagen y semejanza de nuestra Fuente original.
Nadie nos enseño hasta ahora a permanecer en Espíritu. Siempre nos dijeron que seriamos lo que hiciéramos en la vida y lo que lográramos de ella, y que debíamos sentirnos defraudados si no alcanzábamos las metas que nos imponían. Desde muy temprano, nuestra sociedad quiso que entendiéramos que somos aquello que conseguimos, que si poseemos o alcanzamos pocas cosas, valemos entonces muy poco, que somos lo que los demás piensan de nosotros y que en realidad nos separa de poder conectarnos con la energía más alta, la energía del AMOR.
Fuimos adoctrinados de esta forma por nuestros familiares, iglesia, colegio, medios de comunicación, e incluso por desconocidos, cuando nos decían cómo teníamos que ser, cómo teníamos que actuar y que nuestro AUTENTICO YO y ESCENCIAL no era aceptado. Prácticamente nos entregaron nuestro guion de vida, el que teníamos que seguir al pie de la letra para poder ser valiosos dentro nuestro sistema familiar y luego escolar. Estos principios dominados por el EGO que nos fueron inculcados a la fuerza, silenciaron nuestra voz interior, la cual nos aconsejaba recordar porque realmente estábamos aquí. Eventualmente aprendimos a ignorar las voces de nuestro Espíritu y a reemplazar la alegría, el bienestar y la felicidad por un vacio que siempre hace que nos preguntemos, ¿Cuál es el sentido de todo? ¿Cuál es el sentido de mi vida? Optamos por adaptarnos a lo que vemos a nuestro alrededor, nos lanzamos a perseguir sueños ajenos que confunden los nuestros y a medir nuestro nivel de éxito por nuestras ganancias y posesiones.
Una sensación profunda de malestar es la consecuencia de haber abandonado nuestro YO ESENCIAL como participante activo en esta vida. Es una herida espiritual que todos llevamos dentro hasta que Despertamos a la Conciencia y nos damos cuenta que somos más de lo que siempre luchamos por ser. Si logramos desprendernos de nuestro EGO, miramos en nuestro interior y descubrimos la real magnificencia y divinidad de nuestro SER, lo maravillosos que en realidad somos sin dependencia de nada externo (que es lo que hace el EGO) descubriremos entonces talentos nuevos que permanecían dormidos por nuestros miedos, o mejor dicho por los miedos del EGO, sentiremos amor y respeto hacia toda la creación, confianza en el poder y la fuerza de la intención y todo en nuestra vida fluirá en bienestar y abundancia.
Entonces ya comprendemos que hemos pasado la vida buscando aprobación y admiración de las demás personas, que hemos vivido pensando que la autentica felicidad se encuentra en la acumulación de bienes materiales y logros. Y cuando la alcanzamos, nunca estamos satisfechos y necesitamos aun más. Es nuestro EGO insaciable porque siempre necesita un poco más para sentirse valioso; en realidad solo nos está separando de nuestra autentica felicidad. Creemos que somos y valemos según nuestros logros, y que generalmente son materiales. Ahora sabemos que somos más que eso, más que una medalla, más que una cuenta bancaria, más que un cargo o un titulo. Nos desconocemos y no podemos vernos como lo que realmente somos.

Voy a dejarte con una escena que Wayne Dyer relata en su libro “Tus zonas erróneas… Tus zonas mágicas… Tus zonas sagradas….. son los cimientos de tu YO SAGRADO”

Dos bebés se encuentran en el útero, confinados en las paredes del seno materno, y mantienen una conversación. Para entendernos, a estos gemelos les llamaremos Ego y Espíritu.




Espíritu le dice a Ego:

-Se que esto va a resultarte difícil de aceptar, pero yo creo de verdad en que hay vida después del nacimiento.

Ego responde:

-No seas ridículo. Mira a tu alrededor. Esto es lo único que hay. ¿Por qué siempre tienes que estar pensando en que hay algo mas aparte de esta realidad? Acepta tu destino en la vida. Olvídate de todas esas tonterías de vida después del nacimiento.

Espíritu calla durante un rato, pero su voz interior no le permite permanecer en silencio durante más tiempo.

-Ego, no te enfades, pero tengo algo más que decir. También creo que hay una madre.

- ¡Una madre! – Exclama Ego con una carcajada-. ¿Cómo puedes ser tan absurdo? Nunca has visto una madre. ¿Por qué no puedes aceptar que esto es lo que hay? La idea de una madre es descabellada. Aquí no hay nadie más que tú y yo.

Ésta es tu realidad. Ahora cógete a ese cordón. Vete a tu rincón y deja de ser tan tonto. Créeme, no hay ninguna madre.

Espíritu deja, con renuencia, la conversación, pero la inquietud puede con él al cabo de poco.
- Ego – implora-, por favor, no rechaces mi idea. De alguna forma, pienso que esas constantes presiones que sentimos los dos, esos movimientos que a veces nos hacen sentir tan incómodos, esa continua recolocación y ese estrechamiento del entorno que parece producirse a medida que crecemos, nos prepara para un lugar de luz deslumbrante, y lo experimentaremos muy pronto.

- Ahora sé que estas completamente loco – replica Ego -. Lo único que has conocido es la oscuridad. Nunca has visto la Luz. ¿Cómo puedes llegar a tener semejante idea? Esos movimientos y presiones que sientes son tu realidad. Eres un ser individual e independiente. Este es tu viaje. Oscuridad, presiones y una sensación de estrechamiento a tu alrededor constituyen la totalidad de la vida. Tendrás que luchar contra eso mientras vivas. Ahora, aférrate a tu cordón y, por favor, estate quieto.
Espíritu se relaja durante un rato, pero al fin no puede contenerse por más tiempo.

- Ego, tengo una sola cosa más que decir, y luego no volveré a molestarte.

- Adelante – responde Ego, impaciente.

- Creo que todas estas presiones y toda esta incomodidad no solo van a llevarnos a una nueva luz celestial, sino que cuando eso suceda vamos a encontrarnos con la madre cara a cara, y conocer un éxtasis que superara todo lo que hemos experimentado hasta ahora.

- Estas realmente loco. Ahora sí que estoy convencido.


Gracias a Alejandra Plaza



Muchas preguntas tenemos, y otras tantas nos van surgiendo a lo largo de este camino de autoconocimieto.
A veces es bueno tener un espacio para preguntar, para conversar sobre los temas, para reflexionar y seguir profundizando.
Lo que creemos de nosotros mismos varía con el tiempo y con los nuevos conceptos adquiridos, con las relaciones que tenemos, etc.   Pero todos tenemos algo "oculto" que nos cuesta algo más identificar, pero que es necesario para responder a la pregunta "¿Quien soy?"
Tal vez leer, preguntar, compartir no nos haga diferentes de lo que somos; pero sí nos permite colocarnos en un pocisioón ideal como para cuestionar lo obvio, lo que damos por sentado, lo que nos resulta tan comodo tener que ni siquera sospechamos que nos puede llegar a perjudicar (hasta que lo hace).

De eso se trata: de encontrar un "disparador" para las interrogantes escenciales en el camino del autoconocimiento, uno que recorremos todos juntos pero que sólo nosotros podemos dar los pasos en él, el resto de las ayudas que encontramos, las señales al costado son para guiarnos, pero sólo para eso. Hemos de caminar con nuestros propios pies.

Que les parece si conversamos entonces?

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