viernes, 26 de agosto de 2016

J. Krishnamurti sobre el silencio




Alguna vez has bebido silencio? Si tu respuesta es afirmativa, entonces ya sabes lo que es la concentración sin esfuerzo. 

Con el tiempo, el silencio o la concentración sin esfuerzo se vuelve un elemento fundamental siempre presente en la vida del alma.

Valentin Tomberg





El silencio para el místico es más que la ausencia de sonido, es una espaciosidad interna en la que han cesado las oscilaciones de la mente y, por ello, se ha eliminado la identificación individual que separa de las cosas. El silencio, como señala David Chaim Smith, elimina el constructo sujeto-objeto. No es el silencio de los océanos que existe en la Tierra, es el océano que existe en el espacio, en todas partes, ese mar que rezumba de energía y que sin embargo nunca se inmuta. 

En su deconstrucción del proceso de pensamiento –que produce la separación y el malestar de nuestra cultura– Jiddu Krishnamurti hizo un especial énfasis en el silencio de lo que llamó “la mente meditativa”. Compartimos aquí algunos extractos del libro La Mente Meditativa en los que el filósofo indio habla sobre las cualidades de este silencio, que es un templo más real que todos los templos que podemos encontrar en el mundo externo y que es la piedra angular para el accionar diario que se establece desde lo sagrado.



La meditación implica un completo y radical cambio en la mente y el corazón. Esto sólo es posible cuando existe un extraordinario sentido de silencio interno, y con eso solamente surge la mente religiosa. Esa mente sabe lo que es sagrado…

Una mente meditativa es silenciosa. No es este el silencio el cual el pensamiento puede concebir; no es el silencio de una tarde calmada; es el silencio en el cual el pensamiento –con todas sus imágenes, palabras y percepciones– ha cesado. Esta mente meditativa es la mente religiosa –la religión que permanece intocada por la Iglesia, los templos o los cantos. La mente religiosa es una explosión de amor. Es este amor que no conoce separación. Para él, lejos es cerca. No es lo uno o lo múltiple, sino el estado de amor en el que no existe división. Como la belleza, no es la medida de las palabras. Solo desde este silencio la mente meditativa actúa.

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Esa noche, particularmente en ese valle distante de antiguas colinas que esculpían finamente las peñas, el silencio era tan real como el muro que tocabas. Y veías las estrellas brillantes por la ventana. No era el silencio autogenerado; no era que la tierra estaba quieta y los pobladores se habían ido a dormir, sino que venía de todas partes –de las estrellas distantes, de esas colinas oscuras, y de tu propia mente y corazón. Este silencio parecía cubrir todas las cosas desde el más pequeño grano de arena en el estero –que sólo conoció el agua corriente cuando llovió– hasta el alto y expansivo baniano y una ligera brisa que ahora soplaba. Hay un silencio de la mente que nunca es tocado por ningún ruido, por ningún pensamiento o por el viento pasajero de la experiencia. Es este silencio que es inocente, y tan interminable. Cuando hay este silencio de la mente, la acción brota de él, y esta acción no causa confusión ni miseria.

La meditación de una mente que es completamente silenciosa es la bendición del hombre que siempre está buscando. En este silencio toda cualidad de silencio es. Hay ese extraño silencio que existe en un templo o en una iglesia vacía en un pueblo remoto, sin el ruido de turistas o fieles; y el silencio oneroso que yace en la superficie del agua que es parte de aquello que está afuera del silencio de la mente.

La mente meditativa contiene todas estas variedades, cambios y movimientos del silencio. Este silencio de la mente es la verdadera mente religiosa y el silencio de los dioses es el silencio de la Tierra.

La mente meditativa fluye en ese silencio, y el amor es la vía de esta mente. En este silencio hay dicha y alegría.

viernes, 4 de abril de 2014

Silencio

         
 Muchas veces hemos oído hablar del valor del silencio, necesario para la evolución. Pero ¿de qué silencio se trata? El que todos conocemos es el de las palabras y sonidos. Este tiene su importancia en la medida en que debemos dejar de aturdirnos para poder escuchar nuestro interior. Es necesario calmar nuestra mente y nuestros sentidos para poder meditar y reflexionar. Es necesario trabajar para alcanzar esta calma, pera esto contamos con técnicas respiración, relajación y meditación para practicarlas en forma constante; nos ayudará mucho, pero ¿alcanza este silencio momentáneo? De ninguna manera. Con esto solo alcanzamos un relax físico y mental que puede ayudar a calmar el estres cotidiano y tal vez a reflexionar sobre un tema específico con mas claridad, encontrando mejores respuestas. Pero si queremos alcanzar algo mas profundo, necesitamos dejar de aturdirnos y aturdir. La calma que logramos en una meditacion debemos prolongarla el resto del tiempo. Esto no quiere decir que continuemos con la mente en blanco las 24 horas del día, sólo el tiempo que dure nuestra meditación. Pero es absolutamente necesario en general, elegir lo que queremos pensar y no permitir que nuestros pensamientos surjan como caballos desbocados. Para esto es necesario detener el aturdimiento diario como música estridente, alocada, o con letras que provocan estados ordinarios de excitación. También el mantener conversaciones inútiles, aparatos parlantes de fondo por ejemplo, como cuando se usan de compañía. Al parar estos ruidos nos damos lugar a observar y aprender del libro de la vida, al cual deberíamos prestar total atención, porque en el proceso causa-efecto-consecuencia que constantemente ocurre a nuestro alrededor, es en donde se encuentran todas las enseñanzas que nos preparan para que aprendamos sin tener que golpearnos. La naturaleza nos habla constantemente si sabemos escucharla. Cuando encontramos la calma emocional se nos hace mas fácil captar el desarrollo de los acontecimientos con la claridad suficiente para saber si debemos intervenir, cómo, cuando, o si no debemos.
          Al hablar solo cuando es necesario le estamos dando a la palabra el poder que tiene, si hablamos por hablar, esta energía se pierde quitándole el poder creador para convertir la palabra en un ruido aturdidor y muchas veces nefasto para el que para el que lo escucha. Aquí se integra al silencio la discreción y no solo de palabra, también hay otras formas de comunicación que pueden actuar junto a la palabra o por separado. En esto entra el vestir, los gestos, la respiración, las miradas, las formas de comer, etc. Todo lo que hace percibir a otros nuestras emociones o sentimientos es comunicación, por lo tanto todo aquello que resulte agresivo, hace daño y despierta mas agresividad. No es necesario mostrarnos apagados o tristes, ni que debamos vestir de gris, esto también es agresivo. La armonía y la belleza son parte del equilibrio pero no es necesario llamar la atención haciéndose notar. Lo armónico es bello y esto se ve y se siente sin escándalo. Un ser elevado por ejemplo, despierta una atención especial, porque energética, física y mentalmente es la representación del equilibrio, y la atención que despierta no contiene agresividad, sexualidad ni ningún tipo de emoción ordinaria, además jamas veremos un ser elevado llamar la atención con el habla, con la vestimenta ni con ninguna manifestación fenoménica. Si lo hiciera, estaría siendo poco discreto y por lo tanto muy ególatra. Todo esto no se necesita para parecer mas místico o espiritual, tampoco estaría dando clase y enseñanza a diestra y siniestra para demostrar cuanto sabe, ni se quedaría mudo cuando debería hablar, tampoco necesitaría aparentar pobreza para hacerse el humilde. Cualquier maestro o discípulo que se comporte adecuadamente, conoce la suma e inquebrantable necesidad de discreción en cuanto a enseñanzas recibidas, en el momento de aplicarlas o darlas a otros. 
            Existe en todo aquel que comienza a recibir nuevos conceptos un impulso innato de compartir con otros lo que está descubriendo con el entusiasmo y alegría que siente. Pero poco a poco comienza a reconocer y aceptar que todos tienen su momento y esto es importante que se respete.
           La forma mas correcta de ayudar es mejorar todo lo que podamos y que nuestra discreta transformación sirva de ejemplo para motivar el interés en la búsqueda. La discreción es por lo tanto uno de los elementos mas importantes para avanzar sin agregarse piedras en el camino, y el silencio que es también su complemento, no debe confundirse con soledad angustiosa, sino que ha de entenderse como la oportunidad de ver con los ojos del alma, que nos permitirá darnos cuenta de que no estamos solos, porque es en el silencio que podemos reconocernos como parte de un todo y en cambio es en el ruido y el aturdimiento que se encuentran los muros que nos separan de los demás. Este es uno de los miedos que nos aleja de la libertad. Perdiendo el miedo al silencio es que nos conectamos con la música de las esferas y con el idioma universal.

martes, 19 de febrero de 2013

Espiritualidad y sentido comun. Son compatibles? Se puede ser espiritual y tener sentido comun?

La tarea que tenemos entre manos, y la cual siempre hemos tenido, es hacer con nosotros mismos. Es decir, si queremos que las cosas cambien debemos cambiar nosotros. Esto esta dicho por todas partes y por todos los maestros, guías, gurus, amigos que escriben en blogs, etc. Todo esto tiene una finalidad, ayudar a que la gente despierte, se haga consciente nuevamente de que tiene en su interior y al alcance de sus manos las herramientas para lograr ese propósito de ser parte de un todo mas grande que uno mismo.

Ahora, estoy bastante seguro de que esto ya todos lo han leído, escuchado, visto e inclusive, dicho a algún amigo o conocido.
La pregunta surge por si misma: porque entonces las cosas siguen igual o los cambios son tan sutiles que para verlos hay que estar en el momento que ocurren, y muchas veces se diluyen con facilidad, sin llegar a consolidarse como una nueva forma de vida?
Claro esta que tenemos varias excusas que nos susurramos al oído  tales como, es necesario que haga esto porque necesito vivir, tengo cuentas que pagar, familia que mantener, a los de los servicios esenciales no puedo decirle, toma un montón de buena energía y deseos para cobrarte la luz o el agua (que dios te lo pague).
Entonces, las cosas retoman su cauce enorme y fluido creado hace tiempo con sangre, sudor y lagrimas; defendiéndolo como si de ello dependiera nuestra existencia como seres individuales.

El dilema que entre manos tenemos no es tanto si estamos de acuerdo o no con  las enseñanzas espirituales. Muchos que hasta se dicen ateos o agnósticos  creen en sistemas morales y/o éticos  Lo que realmente nos ocupa es como combinar, manifestar, crear esa realidad que dentro sentimos que seria la mas apropiada, que nos conduciría a una vida mas armoniosa.

Suele ocurrir que a través de los medios somos bombardeados con mensajes que nos llevan a pensar que la tarea de unificación de todos como raza humana es una utopía tan grande como acabar con el hambre en el mundo, y movida por los mismos grandes intereses.
Primero que nada es imprescindible escoger con mucho cuidado lo que consumimos como información a través de cualquier medio informático  Segundo hemos de entender de una buena vez que solo podemos generar un cambio si nosotros cambiamos.

Culpamos, no sin razón,  al sistema capitalista y a los mensajes que nos envían,  de nuestros fracasos como individuos, de empujarnos a una carrera sobre una cinta sin fin para generar energía para que los motores de los verdaderamente acaudalados continúen corriendo, mientras nos convencen de que si nos esforzamos lo suficiente, podremos algún día alcanzar parte de esa riqueza y bienestar que ellos poseen. Aun cuando hemos visto que muchas veces aquellos que alcanzan un estatus mas o menos privilegiado (a la vista del sistema) lo hacen a expensas de su vida familiar, sentimental, etc. Ganan mucho, pero pierden mucho mas. Eso es lo que queremos? Conseguir la solvencia económica pero a costa de poner la firma en un contrato cuyos números terminan en 666? (ja!)

Sin ahondar mas en estos temas dado que ya hemos hablado bastante, hablemos de espiritualidad con sentido común. Les dejo un mensaje que escribí en una pagina llamada e-magister en el 2010.
Algunas cosas han cambiado desde allí, otras tal vez no. El tema sigue siendo el mismo, o no?
Bueno aquí les dejo el mensaje.




Buenas tardes.

Se que muchos pensaran que, tanto el concepto "espiritualidad" como el "sentido común" dependen mucho de la persona, son completamente subjetivos, y es ahí donde radica el problema a la hora de analizar esta cuestión.
Desde mi subjetividad planteo que hoy más que nunca se hace necesaria una re-evaluación de los valores en todos los aspectos de nuestra vida. Desde la materialidad, si vale la pena perseguir tanto dinero y que nuestra familia sea cada vez más virtual, que nuestro hijos sean criados por personas extrañas, que a su vez tienen sus propios hijos con carencia de figuras paternas... Hasta la espiritualidad en sí misma; es espiritualidad ir a una iglesia una vez por semana, contra seis días de vida cotidiana y muy materialista? ; es espiritual llamar hermano a mi congénere y compañero feligrés y al resto de los hombres llamarlos (o pensar en ellos como) demonios poseídos por el mal? Es espiritual pasarse meditando todo el día mientras cargamos a alguien más nuestra existencia?

Hace ya 13 años que vengo incursionando en caminos espirituales. De esos, 3 fueron de búsqueda frenética, y los últimos 10 han sido de practica. De estos 10 años de practica puedo decir que realmente practique los últimos dos, ya que el resto del tiempo me edifique leyendo y recibiendo clases de mis maestros, pero me ocupaba más de recibir información que de practicar lo que recibía Esto me hizo notar de que muchas cosas que hoy están rotuladas de espiritualidad no son realmente algo que nos haga crecer como persona, y que muchas veces, lejos de unificarnos nos inculca una especie de sentimiento de grandeza desmesurado lo que por algunos libros aparece como orgullo místico algo así como sentirnos elegidos para alguna especie de misión cinematográfica en la cual salvamos a la humanidad de su miseria por el solo hecho de existir o haber asistido a algún seminario o charla de algún conocido autor o maestro espiritual...

Quiero que quede claro que no estoy en contra de ninguna creencia personal de nadie, ya que considero que lo que uno cree es apropiado para cada etapa de su vida, y si eso lo acerca a su mejor parte, perfecto. El problema es que cuando estas creencias carecen de sentido común, el resultado no es el esperado, y lejos de re-ligar, nos colocan una barrera mas a las que de por si traemos por crianza, cultura, experiencia de vida, etc.

La espiritualidad esta intrínsecamente en la vida cotidiana, eso si queremos reconocerlo como tal. Hay espiritualidad en escuchar a alguien que lo necesita, en ser comprensivo con los demás cuando están mal, en tomar la desicion interior de que no nos hacen eso que nos hacen a nosotros sino que es un sistema de defensa que algo lo hizo desencadenar, en fin todos somos espejos de todos, y todos somos hermanos. Esto último para mi significa que si yo considero que existe un Padre (aquí cada uno pondrá su propia creencia) y lo reconozco como tal, en el mismo momento tengo que reconocer que todos los demás (y todo lo creado) son mis hermanos.

Toda creencia religiosa, todo concepto espiritual, toda técnica que se utilice para acceder a esa parte de nosotros que es autentica, necesariamente nos tiene que transformar como persona en pensamientos, sentimientos y actos.

Bueno, mi planteamiento, después de tantas palabras, es el del titulo: podemos practicar espiritualidad con sentido común? Que sería para ustedes? Que sería espiritualidad sin sentido común? Acaso estoy perdiendo la cabeza? Jaja!


Creo que este tema es esencial para el desarrollo espiritual de cada uno.

Lo dejo en sus manos.

Hablamos?

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