viernes, 9 de julio de 2010

Las trampas del camino espiritual.

Hay muchas trampas y muchas ocasiones, cada día y prácticamente en cada situación. 

El supermercado espiritual:
Es una
tentación andar de sitio en sitio, de escuela en escuela, de grupo en grupo,
buscando experiencias fuertes y sin establecer un compromiso de
autoinvestigación y práctica profunda en una disciplina concreta.

Usarlo como hobby: Un
entretenimiento placentero o intelectual, con escasa implicación personal. 

Como  decía la antropóloga y maestra zen Joan Halifax, "hay aficiones     
peores" (y sabía bien lo que decía, ella que trabajaba en las cárceles).
Pero si te lo tomas como un mero entretenimiento, no es fácil que se dé la
transformación personal profunda.

Autodecepción: Leemos libros y escuchamos a maestros y maestras que nos transmiten conceptos como el desapego, la compasión, la humildad. Por un momento nos engañamos pensando que hemos alcanzado una comprensión de esas cosas, pero más adelante observamos en
nuestra experiencia que no, que no está integrado, que cuesta. Puede que te
desmotives por un momento, pero tienes que aprender a aceptarlo (aceptarte) y
seguir avanzando.

La adicción a las experiencias místicas: Durante la meditación puedes llegar a experimentar estados alterados de conciencia de gran gozo, intensidad y felicidad profunda. No te obsesiones con volver a alcanzar esos estados porque es impredecible. Ábrete a ellos pero no los
persigas demasiado porque podría ser causa de decepción y desmotivación
-especialmente porque cuanto más los persigues más te rehuyen.
 
La inflación del ego: Incluso puede parecerte que has alcanzado la realización (comprensión profunda) del sentido de la vida y cosas así. Puede que hasta te creas que has alcanzado la iluminación o el despertar. No te entusiasmes demasiado y sigue practicando. Lo
que importa es como aplicas todo eso a tu vida cotidiana y a tus relaciones con las demás personas.

Abandonar tus responsabilidades:  A veces, ciertas experiencias místicas o "realizaciones" (como la experiencia de la vacuidad o que la realidad no existe tal como interpretas) pueden conducirte a observar el mundo de una manera "pasota", como si
no fuera contigo, como si tú ya estuvieras más allá, y abandonar tus responsabilidades. Te equivocas, eso no te acerca más al camino espiritual sino que te aleja de él. Practicar la sabiduría en los conflictos cotidianos muchas veces es más difícil que retirarse a una cueva a meditar, fuera del mundanal ruido.
 La psicología analítica denomina a este fenómeno “la inflación del ego desbordado por la
aportación de contenidos del inconsciente colectivo. El yo al contemplar tanto
poder, se hincha, crece y se atribuye como propios todos los éxito de su
alrededor. Es la embriaguez de las diferentes formas de poder. Podemos ir de
grupo en grupo, sin encontrar nunca la comunidad que responda plenamente a
nuestras expectativas… ya que nos creemos dueño de la verdad y nos vemos como
llamados para reformar, etc. etc. El peligro es quedarnos solos sin haber
llegado a ningún sitio, porque no encajamos en ninguna parte, así caemos en la
frustración y muchos somos vencidos por el desaliento y sin fuerzas abandonan
el camino. Mientras tanto la verdadera espiritualidad, nos espera en nuestro grupo, en nuestra familia en
nuestra pobreza. El objetivo de la tentación es aislarnos, sin apoyo de los
hermanos, haciéndonos creer que no están preparados para entendernos, y así nos
escondemos de ellos entrando en el peligroso terreno del orgullo espiritual.

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